3:21 p.m.
Es que el deporte de origen tan
inglés como el fútbol, pero en Argentina más cómodo entre las clases
medias y altas, llegó a disputar terreno en los barrios empobrecidos de
la ciudad.
Sábado a la mañana, sudoeste de Rosario, sol. En una
pared se lee "Bienvenidos a Las Flores Sur" y a pocos metros de allí, a
espaldas del Casino y pegada a Circunvalación, una cancha de césped sin
marcar, sin alambrados y con adolescentes que transpiran de arco a arco.
Bajo los tres palos no hay redes pero nadie las reclama. Porque lo que
ahí está en juego no es un típico picado de fútbol sino un encuentro de
rugby. Sí, rugby entre chicos del barrio, otros de Villa Gobernador
Gálvez (ver aparte) y de Plaza Jewell's: una jornada que incluyó
compartir el tercer tiempo con panchos y gaseosas, y mirar el partido
por TV entre los Pumas y Sudáfrica (la selección perdió 13 a 6), en la
tercera edición del Rugby Championship. Todo un combo.
Es que el deporte de origen tan inglés como el
fútbol, pero en Argentina más cómodo entre las clases medias y altas,
llegó a disputar terreno en los barrios empobrecidos de la ciudad de la
mano de Botines Solidarios. Se trata de una institución sin fines de
lucro conformada por jugadores y ex jugadores de la ovalada y un
sinnúmero de colaboradores. La de Botines es gente que quiere darles la
posibilidad a todos los chicos que quieran de meterse en el mundo del
try, del scrum y de las conversiones, como se vive en Australia o Nueva
Zelanda. Y los de acá son tan apasionados que salen al cruce de
cualquiera que diga que el rugby es elitista.
"Algunos clubes lo serán, pero el rugby, el deporte
en sí, no lo es. Al rugby lo pueden jugar todos: gordos, flacos,
petisos, altos, lentos, veloces y de todas las clases sociales, es un
deporte en equipo que puede aportar a la transformación social", dijo a
la ofensiva el responsable de la entidad en la ciudad, Leandro Lobrauco,
ex Puma y entrenador de juveniles de Plaza (menores de 16 años).
Tres jugadores, en representación de cada equipo,
expresaron cómo vivieron el intercambio. "Nunca estuve en este barrio,
así que está bueno. ¿Si tenemos prejuicios por ser del centro?
Posiblemente, los prejuicios están en todas partes, pero acá estamos, y
nos gusta jugar con los chicos de Las Flores y Villa Gobernador Gálvez
porque tienen menos experiencia pero están a la altura de las
circunstancias", dijo el capitán de Plaza, Jeremías Aimé, de 16 años y
alumno del colegio Sagrada Familia.
Por su parte, Brian Alvarez, de Las Flores, bostero
de 16 años, alumno de 4to. año y tan aguerrido como el Puma Marcos
Ayerza, dijo que estaba "emocionado" por jugar al rugby y conocer a
tanta gente y clubes nuevos. Según él, al fútbol no es bueno, pero con
el rugby se ve bien.
"Pinta bien de primera o segunda línea", dijo por lo
bajo un entrenador. Y su mamá, Verónica Else, que fue a ver la practica,
agregó: "Hace sólo un mes que juega, le gusta mucho, y no tiene miedo a
los golpes ni nada. Me gusta que venga a entrenar, eso sí, ya le dije
que si no estudia no viene a la práctica".
Con camiseta de Los Pumas, Walter Vidal, de 21 años, y de Villa Gobernador Gálvez, habló por su grupo.
"Nos gusta jugar con quien sea y donde sea: nadie nos
hizo sentir mal. Acá nos remarcan que lo más importante es el respeto,
el compromiso y la responsabilidad", dijo el muchacho que definió a su
presente como un transcurrir de "nada de nada: no estudio ni trabajo y
dejé el colegio en tercer año".
El proyecto:
Botines Solidarios
(www.botinessolidarios.org.ar) es una iniciativa que busca fomentar el
hockey y el rugby en los barrios con el objetivo de desarrollar "el
sentido de pertenencia y la inclusión social". Fue impulsado por el ex
Puma Ignacio "Nani" Corleto en 2009 en Buenos Aires. Y en Rosario, en
marzo del año pasado, se replicó el mismo paradigma (pero por ahora sólo
en la versión rugby) en Las Flores: allí hay entrenamientos los lunes y
miércoles, desde las 16, con un equipo fluctuante de unos 15 pibes del
barrio, de entre 14 y 18 años. Este año se comenzó a trabajar con más
chicos de otros barrios: Deliot (Distrito Oeste) y Cristalería (Distrito
Norte), en ambos entrenan martes y jueves, a las 16. También se inició
el juego en el Parque del Mercado (Distrito Sur), donde se entrena los
lunes y miércoles, a las 18.30. Junto a Lobrauco trabajan Guido De
Luise, en desarrollo deportivo, y Leonardo Campos, en desarrollo humano.
Y han llegado a contar con el apoyo de privados, legisladores
provinciales y concejales.
Pero además, algunas nenas ya se están animando, al
menos a preguntar cómo viene la cosa con la ovalada. Una de ellas,
Rocío, de 14 años, el sábado ofició de fotógrafa. Una muestra de que lo
de la inclusión no es cuento: si se trata de jugar y aportar al equipo,
todo es bienvenido. Y si no se está al costado de la cancha, se puede
ayudar igual. Botines Solidarios conformó un grupo de voluntarios que
hacen sus aportes con una cuota en efectivo o regalando ropa deportiva,
dando una mano con la utilería u ofreciendo sus vehículos para los
traslados de los equipos. Todo suma.
"A muchos chicos les faltan botines, a todos
protectores bucales y vamos a necesitar camisetas", aclaró Lobrauco,
quien dio su mail para quienes quieran colaborar
(leandro@botines-solidarios.org.ar).
El grupo de Las Flores y del Parque del Mercado, los
más "experimentados", ya viajaron a un encuentro en San Pedro y
realizaron un video motivacional para invitar a chicos de otros barrios a
sumarse a la propuesta. Y más. Los del Parque del Mercado presentaron
un proyecto en el programa provincial Ingenia (Fondo para el Desarrollo
de Iniciativas Juveniles) y con ese empujón se comprometieron a poner a
punto su cancha que incluirá arcos con la "H" y todo.
Lobrauco aclaró que varios chicos de Botines ya fueron vistos con buenos ojos por algunos clubes.
"No pasará mucho tiempo para que comiencen a ser fichados para los torneos oficiales. Acá lo importante es que logren continuidad, se entrenen y que surjan
jóvenes líderes en cada barrio, que ellos puedan seguir adelante con el
proyecto", comentó.
Lobrauco remarcó que "por ahora no se juega con
scrums ni con árbitro: vamos de a poco, lo que más nos importa es que
los pibes se mezclen, se respeten, jueguen, cumplan con las reglas y el
equipo". El profesor Leonardo Campos apuntó algunos cambios favorables:
"Hasta hace un tiempo explicar un ejercicio nos llevaba mucho tiempo,
pero ahora se ponen en ronda y hacen silencio solos, y además, ¿sabés
qué dijo un chico a las semanas de jugar? «Ya no la insulto tanto a mi
mamá», será que acá trabajamos eso".Y no es verso. Jugaron todos contra todos. Durante
los partidos hubo empujones, gritos y gestos duros. Pero todo se
conversó en una evaluación final, en ronda. No se escucharon palabras
discriminatorias ni insultos. Los habituales "negro", "verdulero",
"careta" o "gorrita" no entraron en la cancha. Y Lobrauco lo explicó
así: "El rugby es nuestra vida, pero a veces es una excusa para trabajar
cosas más importantes".
Mediación:
Una ronda de evaluación colectivaAl final de los partidos y antes del tercer tiempo se
realiza la mediación, en ronda, con todos los jugadores. Esta última la
dirigió Leonardo Campos. Ahí los jugadores autoevalúan su
"compromiso", "respeto" y "responsabilidad".
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