COLUMNA ENTREGUINDAS
En la mitología griega, los
cíclopes, fueron gigantes de un solo ojo, muy brutales, tercos y de emotividad
abrupta.
Su único ojo era de gran tamaño y
estaba situado en el centro de la frente. A este ojo se le atribuían poderes
especiales, que generalmente usaban para destruir cosas con la mirada.
El más famoso de estos cíclopes
es Polifemo, uno de los protagonistas de “La Odisea” de Homero.
El relato de Homero en la Odisea, cuenta que, a su
regreso de Troya, Odiseo llegó a una isla habitada por los cíclopes, quizá
Sicilia. Estos cíclopes eran seres “sin leyes ni ideas sobre el
cultivo”, que “confiaban en la gracia de los dioses”. No tenían ninguna cualidad
técnica. Solo eran personajes primitivos
poco hospitalarios.
En el relato se cuenta que
Polifemo era especialmente cruel y consiguió atrapar a Ulises y a sus doce
compañeros en una cueva para devorarlos vivos.
Día tras día iba matando miembros
del grupo hasta que Ulises emborrachó con vino dulce al bobo cíclope y lo dejó
dormido. En ese momento lo atacó e hirió su único ojo y al día siguiente, con
el cíclope prácticamente ciego, consiguió escapar, saliendo camuflados como
ovejas con sus compañeros.
Se dice que los cíclopes malvados y caníbales de Homero
fueron desde entonces el modelo de gigantes para una multitud de cuentos de la
literatura infantil.
TRAZANDO PARALELOS
CON EL RUGBY LOCAL
La referencia a los cíclopes mitológicos viene a
cuenta de un pensamiento que se me cruzó
luego de presenciar como una persona, investida como árbitro de un partido de
rugby en Catamarca, hizo todo lo necesario para transformarse cual brutal energúmeno
ciclópeo, en un ser con el poder de destruir con su “parcial mirada”, su
“primitivo comportamiento” y su “aparente ninguna cualidad técnica”, el
esfuerzo deportivo del equipo de Los Teros R.C. y el normal desarrollo de una
jornada deportiva.
Es que “esta clase” de árbitros parecen
tener limitada la visión a un solo ojo cual ciclope mítico de las leyendas griegas.
Esas mismas leyendas que cuentan también, el temperamento horrible que los
caracterizaba, igual que algunos de la actualidad.
Ironías aparte, la verdad es que
lo más preocupante es el resultado de sus actos, de sus malos actos, que
desatan tempestades incontrolables que pasan de un grito a una batalla campal,
con más de cien deportistas y aficionados rugbyer involucrados, donde circula
de todo, menos cordura.
Como digo, de estos cíclopes,
digo árbitros, es esperable que no continúen con su ineficiente toma de
decisiones, (con su ego y búsqueda de protagonismo) que decidan equitativa e
imparcialmente, que no adopten bandos, ni posiciones de “hinchas”. Que sean
unos verdaderos “Señores” administradores del juego dentro de la cancha, que
hagan cumplir y respetar los valores de un deporte tan carismático y diferente
al resto, como el rugby; donde es más importante la humildad, la motivación, el
compromiso, el respeto y la amistad que el resultado de un partido.
TERMINAR
CON LA DUDAS
El deporte humaniza, dicen. El
deporte fomenta el compañerismo y otros valores ligados al juego limpio,
aseguran. El deporte modela el carácter para bien, proclaman. No se lo crean.
No es que lo diga a modo de ocurrencia. Es que episodios
negativos desde un tiempo atrás están poniendo en riesgo estos propósitos.
La reiteración de malas
intervenciones producidas por nuevos
“cíclopes” desde el arbitraje de encuentros de rugby, deviene en incidentes que encienden por lo menos, una luz de alarma: la
práctica del rugby en Catamarca, tal y como en la actualidad se está dando con
partidos que terminan con equipos perjudicados, cuando no batallas de campo
vergonzosas, desconfiando de la ecuanimidad que aplican malos jueces, está desnaturalizando un deporte que como el rugby merece otra
historia.
¿Esto preanuncia el comienzo de un
camino peligroso, que es el de atentar contra esos valores siempre destacados
en el rugby? Pienso que sí, porque cuando se hace lo contrario a lo debido los
efectos pueden ser perjudiciales en el
razonamiento moral y dan pié a las conductas agresivas, sobre
todo si la "variable contexto" (el entrenador, los jugadores, los
árbitros, los espectadores, los medios de comunicación) no colabora o colabora
negativamente, como ocurre con demasiada frecuencia.
Creo que llegó la hora de reclamar
acciones que enseñen no solo a
practicar, sino también a consumir
deporte, incluyendo la formación del necesario y apto material humano arbitral
que sepa tomar decisiones de justicia objetiva, sin caer en manifestaciones de
grosera parcialidad.

